El desarrollo del pensamiento crítico es una de las mejores enseñanzas a dar a los jóvenes
Está en nuestras manos el dotar a los más jóvenes del pensamiento crítico necesario ante la información que les pueda llegar, e incluso ante la vida misma. Y es que trabajar dicho pensamiento crítico en los más jóvenes es una tarea fundamental para su desarrollo personal y formativo. El objetivo final es que los jóvenes sean capaces de tener su propia opinión con respecto a un tema y valoren previamente los pros y contras del mismo. No es un trabajo fácil, pero sí muy necesario. Trabajo en el que la motivación es una excelente vía para enriquecer su pensamiento crítico a través de distintos planteamientos e interrogantes.
El pensamiento crítico es un proceso que se propone analizar, entender o evaluar la manera en la que se organizan los conocimientos que pretenden interpretar y representar el mundo, en particular las opiniones o afirmaciones que en la vida cotidiana suelen aceptarse como verdaderas. [Wikipedia]
Hay varios indicios que indican la necesidad del pensamiento crítico en los jóvenes. Indicios en forma de estudios como el elaborado por la consultora Nielsen Norman que revela que los niños tienen graves dificultades para diferenciar los contenidos informativos y de entretenimiento de los «banners» publicitarios cuando navegan por Internet. Por no hablar de la investigación realizada por académicos de Stanford y que dice que los nativos digitales no saben juzgar la credibilidad de una fuente, identificar la autoría de una información o comprobar si el perfil de Facebook o Twitter que publica un mensaje está verificado o es un ‘fake’… o el estudio de la International Association for the Evaluation of Educational Achievement (IEA) y que dice que solo alrededor del 2% de los alumnos del mundo desarrollado llegan a saber seleccionar en Internet las informaciones relevantes de las que no lo son. Es decir, solamente ese 2% son los que demuestran tener pensamiento crítico.
Desarrollo del pensamiento crítico al que habría que sumar, sin duda, un trabajo intensivo en alfabetización informacional en edades tempranas desde las escuelas y sus bibliotecas escolares. Pero no solo las escuelas y las bibliotecas (también las públicas) son importantes en este proceso de aprendizaje, también lo son las familias tal y como comentamos ya en el post “Todos somos responsables de la creación del hábito de lectura en los más jóvenes”.