Inteligencia artificial en bibliotecas: beneficios, usos reales y riesgos que conviene tener en cuenta
La inteligencia artificial ha dejado de ser una novedad para convertirse en parte del día a día de muchas bibliotecas. Ya sea mediante sistemas de recomendación, generación de metadatos, chatbots o automatización de tareas, su uso se está extendiendo en distintas áreas del trabajo bibliotecario. Esta evolución tecnológica ofrece grandes posibilidades, pero también plantea interrogantes importantes. ¿Cómo asegurar que la IA contribuya a ampliar derechos en lugar de restringirlos? ¿De qué manera puede integrarse sin comprometer los valores fundamentales que guían a las bibliotecas?

Consciente de este escenario en constante cambio, la IFLA ha publicado el documento Entry Point to Libraries and AI (mayo de 2025), una guía concisa y orientadora para facilitar el debate profesional sobre la inteligencia artificial. No se trata de un manual técnico ni de una lista de recomendaciones cerradas, sino de una herramienta para pensar en colectivo. Su finalidad es ayudar a bibliotecas de todo tipo a evaluar los posibles beneficios y riesgos de la IA, así como a tomar decisiones informadas desde una perspectiva ética, sostenible y centrada en las personas. Este documento forma parte de una serie de publicaciones temáticas previstas para 2025 y 2026, en continuidad con el Manifiesto de Internet actualizado por la IFLA en 2024.
Uno de los mensajes más importantes del documento es que las bibliotecas no deben adoptar un papel pasivo frente a estas tecnologías. Muy al contrario, pueden convertirse en agentes activos del cambio: evaluando críticamente cada nueva herramienta, participando en su desarrollo, formando a los usuarios en alfabetización digital y defendiendo principios como la equidad, la privacidad, la diversidad cultural o el acceso abierto al conocimiento. Porque la inteligencia artificial también necesita mediadoras. Y las bibliotecas están bien posicionadas para serlo.
¿Qué beneficios puede aportar la inteligencia artificial a las bibliotecas?
El informe de la IFLA identifica siete beneficios principales que la inteligencia artificial puede aportar al trabajo bibliotecario, especialmente en lo que respecta al acceso al conocimiento. Estos beneficios no se limitan al ámbito de la IA generativa, sino que abarcan un conjunto más amplio de tecnologías digitales que, si se desarrollan de forma responsable, pueden integrarse con sentido en el día a día de las bibliotecas.
Se trata, en muchos casos, de herramientas que ya están presentes en algunas bibliotecas, aunque con diferentes niveles de implantación y desarrollo. Entre estos beneficios se encuentran:
- Digitalización: transformación de textos manuscritos, materiales orales, visuales o multimedia en formatos que pueden ser procesados por ordenador.
- Descripción de contenidos a gran escala: generación automática de metadatos que facilita la organización de colecciones.
- Recomendación, personalización y filtrado: adaptación de contenidos a las necesidades o preferencias de cada persona.
- Resumen y síntesis: creación de versiones breves de documentos extensos, útiles para el aprendizaje o la investigación.
- Análisis de datos: detección de patrones de uso o necesidades emergentes que pueden guiar la toma de decisiones.
- Traducción automática: ampliación del acceso a recursos en distintos idiomas.
- Interactividad: desarrollo de formas más dinámicas de comunicación, como asistentes virtuales.
Además, el documento menciona dos beneficios complementarios que también conviene tener en cuenta:
- Automatización de tareas rutinarias, lo que puede simplificar algunos procesos internos y hacerlos más fiables.
- Mejora de la accesibilidad, especialmente para personas con discapacidad o necesidades específicas de acceso.
En todos los casos, la IFLA insiste en que estos beneficios deben buscarse de forma ética, equitativa y sostenible, alineados con los valores y prioridades de cada biblioteca.
¿Qué aplicaciones concretas está explorando el sector?
Además de identificar beneficios generales, la IFLA enumera una serie de aplicaciones concretas de la inteligencia artificial que ya están siendo utilizadas o valoradas por bibliotecas en distintos contextos. Todas ellas pueden contribuir a mejorar servicios, apoyar al personal y responder mejor a las necesidades de las personas usuarias.
- Sistemas de recomendación: proponen libros, artículos u otros recursos en función del historial o intereses del usuario, mejorando la personalización de la experiencia de búsqueda.
Apoyo al uso responsable de herramientas de IA generativa: orientación a los usuarios sobre cómo integrar estas tecnologías en procesos como la búsqueda de información, la redacción de trabajos o el análisis de datos. - Servicios potenciados por IA: incorporación de funcionalidades avanzadas en servicios bibliotecarios, como respuestas automáticas, navegación predictiva o mejora del autoservicio.
- Mejora del acceso a colecciones: uso de la IA para enriquecer las descripciones, facilitar la recuperación de información o hacer más visible el fondo documental.
- Chatbots bibliotecarios: desarrollo de asistentes conversacionales, tanto a nivel de biblioteca como organizacional, que atienden consultas frecuentes o dirigen al usuario al recurso adecuado.
- Aplicaciones basadas en Retrieval-Augmented Generation (RAG): combinación de recuperación de información con generación de respuestas adaptadas a las necesidades del usuario, especialmente útil en contextos de consulta compleja.
- Provisión de datos para entrenar modelos de IA: colaboración de bibliotecas como fuente de datos, siempre que se garantice la protección de derechos y se evalúe con cuidado su adecuación ética.
- Uso profesional de herramientas generativas: apoyo en tareas internas como resumir documentos, redactar correos o diseñar planes de formación y capacitación.
Estas aplicaciones muestran que la IA no es solo un recurso técnico, sino también una oportunidad para repensar cómo se ofrecen los servicios bibliotecarios.
¿Qué riesgos debemos tener en cuenta?
Para que los beneficios de la inteligencia artificial se materialicen de forma equitativa, responsable y sostenible, es necesario abordar una serie de problemas que se repiten en su desarrollo y uso. La IFLA identifica 14 riesgos principales que las bibliotecas deben tener presentes al valorar cualquier aplicación de IA:
- Promesas exageradas y exceso de expectativas: en muchos casos no hay beneficios demostrados en el ámbito bibliotecario. Algunas soluciones pueden ser más simples, justas y eficaces que la IA.
- Información errónea o engañosa: la IA genera resultados basados en probabilidades, lo que puede derivar en errores, falta de fuentes o invención de datos. Esto es especialmente preocupante en contextos donde la precisión es esencial.
- Sesgos: tanto los algoritmos como los datos de entrenamiento pueden reproducir estereotipos perjudiciales y excluir a ciertas comunidades.
- Amenazas a la diversidad cultural y lingüística: si no se desarrollan de forma inclusiva, los sistemas pueden reforzar estructuras coloniales y debilitar los esfuerzos de descolonización en bibliotecas.
- Uso malintencionado: en manos equivocadas, la IA puede facilitar la desinformación, la censura o el control de los flujos informativos.
- Acceso desigual: quienes tienen menos competencias digitales o acceso a tecnología pueden quedar excluidos del uso o beneficio de estas herramientas.
- Falta de transparencia: en muchos casos no se explica cómo funciona la IA, con qué datos se entrenó o quién responde si hay errores.
- Riesgos para la privacidad y la seguridad: algunos sistemas se entrenan con datos de usuarios sin consentimiento informado, lo que pone en peligro su protección.
- Vulneración de derechos de autor: se han utilizado obras protegidas sin autorización, lo que genera problemas legales y éticos.
- Falta de consulta a los grupos afectados: muchas tecnologías se desarrollan sin participación de comunidades o profesionales que luego son impactados por su uso.
- Pérdida de autonomía humana: el uso invisible de la IA puede reducir la capacidad de elección, habilidades y confianza de las personas.
- Impactos en el empleo: puede haber sustitución de conocimientos especializados o dependencia de mano de obra precaria en tareas de etiquetado y filtrado de datos.
- Impacto ambiental: el entrenamiento y uso de sistemas, sobre todo generativos, requiere mucha energía y agua para refrigeración.
- Concentración de poder: el desarrollo de la IA está en manos de grandes empresas con escasa regulación. Se necesitan enfoques locales, abiertos y culturalmente sensibles.
Un papel activo para las bibliotecas
La IFLA subraya que las bibliotecas no deben limitarse a aceptar o rechazar una herramienta de inteligencia artificial según su funcionalidad. Lo importante es evaluar su impacto desde una mirada ética, social, técnica y medioambiental. Para facilitar este proceso, el documento propone preguntas que pueden servir como base para analizar cada caso concreto. Estas preguntas ayudan a valorar si una aplicación de IA respeta los valores del sector, responde a las necesidades de la comunidad y se ajusta al contexto de cada institución.
Además, se anima a generar espacios de conversación dentro y fuera de la biblioteca. Abrir el debate con equipos de trabajo, usuarios, organizaciones del entorno o redes profesionales permite construir respuestas más completas, compartidas y ajustadas a la realidad.
La inteligencia artificial no es una tecnología neutral.Las decisiones sobre su uso y desarrollo afectan a derechos, oportunidades y formas de relación. Por eso, las bibliotecas pueden y deben desempeñar un papel activo: como mediadoras, como referentes de pensamiento crítico y como defensoras del acceso equitativo al conocimiento.
Actuar con responsabilidad hoy es lo que permitirá que la IA, en el futuro, esté verdaderamente al servicio de las personas y las comunidades.