Las bibliotecas, espacios de libertad frente a la censura
Las bibliotecas son lugares donde las ideas circulan libremente. Espacios que garantizan el acceso a la información, la diversidad de pensamiento y la posibilidad de aprender sin filtros ni prejuicios. Son instituciones que sostienen la educación, la cultura y la participación democrática. En tiempos en los que las tensiones ideológicas y la desinformación amenazan la convivencia, el compromiso bibliotecario con la libertad se vuelve esencial. Cada colección, actividad o servicio es una oportunidad para fortalecer el pensamiento crítico y garantizar el derecho de todas las personas a informarse y expresarse.

El Consejo de Cooperación Bibliotecaria (CCB) ha publicado la infografía «Bibliotecas: espacios de libertad», elaborada por el Grupo de Trabajo sobre Libre Acceso a la Información y Contra la Censura en Bibliotecas. Este material busca sensibilizar sobre las distintas formas de censura que pueden producirse en el entorno bibliotecario y, al mismo tiempo, reforzar el papel de las bibliotecas como garantes de derechos fundamentales. La infografía resume, de forma clara y visual, qué se entiende por censura, cuáles son las temáticas más afectadas y qué herramientas pueden utilizar los profesionales para prevenir o responder a estos intentos de restricción informativa.
La reflexión que propone esta infografía es tan necesaria como actual. Recordar que la censura no solo se ejerce desde el poder político o los medios, sino también desde pequeñas decisiones cotidianas, ayuda a tomar conciencia del valor que tiene el trabajo bibliotecario en la defensa de la libertad intelectual. Con esta acción, el CCB pone en el centro la importancia de una profesión que no solo gestiona información, sino que protege un derecho básico: el de acceder a ella sin barreras.
Censura, libre acceso y temas en riesgo
La infografía define la censura en bibliotecas como cualquier acción que retire, restrinja o dificulte el acceso a información por motivos ideológicos, políticos, lingüísticos, morales o religiosos. Entre los ejemplos más comunes figuran la eliminación de documentos sin criterio técnico, la prohibición de adquirir ciertos títulos, la cancelación de suscripciones o la reubicación intencionada de materiales. A ello se suma la autocensura, un fenómeno silencioso que surge ante presiones externas o internas y que puede limitar la pluralidad de los fondos. Aunque los casos no son generalizados, el documento subraya que cada intento de censura debe tomarse en serio.
Las temáticas más afectadas, según el grupo de trabajo, abarcan cuestiones como la diversidad sexual y el colectivo LGTBIQ+, la igualdad de género, la violencia machista y el feminismo, la memoria histórica y los derechos de las minorías, o ciertos idiomas e identidades culturales. También se mencionan ámbitos como la ciencia, la religión, la política o la filosofía, que suelen ser objeto de controversia en algunos contextos. En la mayoría de los casos, los intentos de censura provienen de presiones políticas o ideológicas. Por ello, las bibliotecas deben mantener su independencia profesional y aplicar siempre criterios técnicos y deontológicos en sus procesos de selección y gestión de colecciones.
Defender el libre acceso a la información significa proteger un principio básico de la democracia. La infografía recuerda que hacerlo garantiza la libertad de expresión y el acceso a la cultura, fomenta el pensamiento crítico, mantiene la pluralidad e igualdad y refuerza la cohesión social y el respeto a la diversidad. En otras palabras, el libre acceso sostiene la convivencia democrática y la igualdad de oportunidades. Una sociedad bien informada puede cuestionar, debatir y transformar su realidad; una sociedad censurada, en cambio, pierde su capacidad de decidir con autonomía.
Herramientas y compromiso profesional
La infografía propone diversas herramientas para combatir la censura y fortalecer la libertad informativa. Entre ellas destacan los códigos deontológicos, las políticas de desarrollo de la colección y la formación profesional para afrontar presiones. También menciona la necesidad de grupos de trabajo colaborativos, campañas de sensibilización ciudadana, análisis de casos de censura, así como la participación activa de asociaciones y colegios profesionales y la elaboración de propuestas legislativas que amparen la libertad intelectual. Todas estas acciones buscan dotar a los equipos bibliotecarios de recursos sólidos para actuar ante situaciones de riesgo.
El mensaje central de la infografía es que las bibliotecas no están solas. Existen redes profesionales, organismos y marcos éticos que respaldan su labor frente a las presiones ideológicas o morales. En este sentido, la cooperación entre instituciones y el intercambio de experiencias se convierten en estrategias esenciales para construir un entorno informativo más libre y seguro. El compromiso del personal bibliotecario consiste en garantizar que las colecciones reflejen la diversidad del mundo y que los usuarios puedan encontrar en ellas todas las voces, incluso las incómodas o minoritarias.
Defender la libertad en las bibliotecas no es solo una tarea técnica, sino un compromiso ético y ciudadano. Cada vez que se evita la eliminación injustificada de un libro, que se incorpora una perspectiva nueva o que se organiza una actividad de reflexión crítica, se refuerza el valor social de la biblioteca como espacio de libertad. Frente a la censura, el silencio no es una opción. Actuar, formar y sensibilizar son las mejores formas de proteger el derecho de todos a conocer, pensar y decidir.











