10 consideraciones sobre el futuro de la biblioteca
Nunca parece llegar el futuro de la biblioteca, pero cada día que pasa forma parte de él. Pensar el futuro, repensar el presente y conocer el pasado es parte de la evolución bibliotecaria. Los tiempos cambian, al igual que la tecnología, las personas y los modos de acceso a la información. Mirar hacia ese futuro ayuda a que estas instituciones se adapten y sigan creciendo en utilidad y necesidad.
Desde Trànsit Projectes han realizado ese ejercicio de mirar más allá del día a día bibliotecario, y cuyo resultado final es un interesante decálogo sobre el futuro de la biblioteca. Un futuro donde la innovación analógica y digital se unen en perfecta armonía, y donde las bibliotecas seguirán facilitando datos e información sin importar el medio con el objetivo de propiciar la generación de conocimiento. Un futuro donde gana importancia la tecnología, pero cuyo eje central son las personas, profesionales y comunidades que las van a utilizar.
Decálogo sobre el futuro de la biblioteca
1. No se trata de la tecnología sino de las personas.
El trabajo de la biblioteca debe estar enfocado a las necesidades de la comunidad que la conforma, incluidos en ella tanto los usuarios, como los bibliotecarios, profesionales y expertos externos. Se trata de establecer diálogo con el entorno, de buscar aliados, de establecer vínculos emocionales, económicos y conceptuales para crear redes. Las necesidades del territorio deben determinar las herramientas y metodologías de acción, no al revés.
2. El objetivo no es la tecnología en sí misma, pero la tecnología es la herramienta que facilitará la ejecución.
Esto implica asumir un amplio espectro de tipologías de usuarios. No perder de vista los objetivos de cohesión social que la biblioteca tiene de facto es la base para encontrar un equilibrio entre la comunidad y los objetivos de innovación. A ciertos niveles, la labor pasa por la alfabetización digital más elemental, en otros por la especialización.
3. Más que ser un ‘prestador de herramientas’ u objetos, la biblioteca es un dinamizador de procesos.
El nuevo modelo de biblioteca debe aspirar a hacer permeable la cultura de innovación en el territorio y la ciudadanía. El objetivo no es lo que se consigue empleando determinadas tecnologías, sino el proceso de intercambio e investigación que se genera al darles uso.
4. No se trata solamente de acceder al conocimiento sino de generarlo.
La biblioteca entendida como fuente universal de acceso al conocimiento, pero al mismo tiempo, gestionada como un laboratorio de experimentación. Este es quizá uno de los pasos más significativos en este proceso de cambio: integrar de tal manera al usuario, que éste se sienta parte del entorno de la biblioteca no sólo como consumidor de conocimiento, sino como productor, prescriptor y dinamizador del mismo.
5. El bibliotecario es la figura central del cambio.
Más que hablar de nuevos usuarios hablamos de nuevos perfiles en el servicio. No se trata de marginar a los actuales gestores de bibliotecas sino de empoderarlos. El perfil del bibliotecario debe evolucionar. ¿Qué nuevas capacidades y formaciones requiere un gestor de innovación, un dinamizador comunitario en el marco del conocimiento? ¿Qué otros entornos ajenos hasta ahora a su disciplina favorecen la evolución del perfil?
6. El otro pilar del cambio de modelo es la comunidad.
Dinamizar un equipamiento pensado para la interacción/experimentación es asumir que se ha de dinamizar una comunidad de usuarios. Cabe preguntarse: ¿Podemos dejar de pensar en lo nuestro y pensar en lo común?; ¿Qué tipo de motivaciones e incentivos son los que animan a participar?; ¿Cómo ajustamos los distintos saberes, intereses y expectativas de las personas que participan?; ¿Cuánto se debe liderar, dirigir y/o mediar un proceso colaborativo de participación; ¿Cuándo participar se convierte en un fin en sí mismo?
7. Pensamiento crítico.
La idea de pensamiento crítico es un buen parámetro para medir las intenciones y objetivos de los posibles programas de innovación, sin perder de vista la función clásica de la biblioteca. Se debe trabajar el pensamiento crítico desde la metodología de las propias actividades. Para generar conocimiento e información, es necesario también orientar en el acceso al conocimiento y la información.
8. La biblioteca es el agente, no es el especialista.
Se trata de crear procesos de trabajo transversales (metodología STEAM), en los que las actividades se relacionen con múltiples disciplinas. Los bibliotecarios no son especialistas, son vínculos, facilitadores, curadores de contenido que vinculan a la comunidad con los profesionales de otros ámbitos y disciplinas según los procesos de formación e investigación que desarrollen los usuarios.
9. La biblioteca es un eslabón más en la cadena del ecosistema cultural de la comunidad.
Vinculado con algunos de los puntos anteriores, este apartado reivindica el papel de la biblioteca como centro de innovación/experimentación en proporción con los otros equipamientos con los que comparte territorio. No tiene ningún sentido que la biblioteca se convierta en una emulación de las opciones que otros centros ofrecen para solucionar/cubrir necesidades en el territorio. La biblioteca no es un FabLab, no es un Makerspace, no es un co-working, no es un centro cultural. Es una biblioteca. No existe un modelo único, hay que saber dar respuesta a los retos en función de la realidad, de las demandas y posibilidades del entorno, pero con vocación global. El especialista en bibliotecas e Internet Philip Bradley (2013) insiste en ello: la decisión de ofrecer este servicio depende, de forma imperativa, del papel que el centro bibliotecario tenga en su comunidad.
10. Una biblioteca siempre albergará libros.
La biblioteca del futuro debe ser un espacio donde los libros sigan manteniendo el protagonismo. El libro entendido más allá de la forma física que nos heredó el paradigma Gutenberg, constituye la base de este proceso: un contenido sometido a un tratamiento especializado que encuentra en sus convenciones (y cualidades técnicas) una forma eficaz de transmitir un conocimiento o experiencia (científica, personal, artística, etc.). Los procesos de innovación vinculados a las bibliotecas deben centrar su atención en el contenido, en el conocimiento. La dimensión material siempre será un gran aliado para la biblioteca del futuro.
10+1. Una biblioteca universal.
En la época en que las bibliotecas tienden a ser grandes espacios transversales y multimedia, las preguntas, el trayecto hacia el conocimiento, sigue conduciendo a los textos, independientemente de que su soporte sea o no físico. En las colecciones, la especialización o el diálogo entre los grandes fondos de las grandes bibliotecas de cara a un gran aleph universal del conocimiento, está y estará siempre el futuro de la biblioteca. La biblioteca del futuro debe ser también una biblioteca completa y accesible de forma universal.
Imagen superior cortesía de Shutterstock
Muy interesante y actualizado, muy bien explicado
Gracias, Juana. Un placer compartir esta información. 🙂