Los 8 tipos de archivos eclesiásticos que existen y que te invitamos a conocer
Los archivos eclesiásticos son aquellos cuya administración está ejercida por una organización religiosa, dentro de una determinada jurisdicción. Son bienes culturales de importante categoría, ya que en estos archivos se custodia documentación muy valiosa, puesto que la Iglesia es una de las instituciones más antigua que ha existido a lo largo de los siglos.
Desde sus orígenes, el objetivo de la Iglesia ha sido el de conservar los documentos que iba generando con el paso del tiempo. El acceso a este tipo de archivos es restringido, debido al carácter privado que tiene la Iglesia católica y ello ha ocasionado trabas a los investigadores, con el paso del tiempo. Los archivos eclesiásticos han sufrido, a lo largo de los siglos, una serie de pérdidas documentales de gran valor. Pero a pesar de ello, las catedrales, los monasterios, los conventos, etc. conservan un legado documental de infinito valor histórico.
Tipos de archivos eclesiásticos
1. Archivos papales
Los archivos papales son los archivos de la Santa Sede, que se encuentran ubicados en el Palacio Apostólico del Vaticano. En ellos se conserva documentación histórica trascendental para entender parte de la historia occidental y es uno de los centros de investigación más importantes del mundo.
El acceso al archivo está restringido solo a pequeños grupos, está permitido a investigadores e historiadores, previa acreditación y autorización de la Santa Sede. Posee unos 150.000 documentos, más de 650 fondos de archivos diferentes y una extensión de unos 85 kilómetros lineales de estanterías, que llegan a cubrir unos ochocientos años de historia.
En ellos se han depositado todas las actas promulgadas, la documentación y la correspondencia diplomática acumulada por la Santa Sede de la Iglesia católica durante siglos. El documento más antiguo se remonta al siglo VIII y se conserva documentación sin interrupciones desde 1198. En el Palacio Apostólico se encuentra una copia autentificada del Pergamino de Chinon del papa Clemente V, por el cual se disolvió la orden del Temple; la carta autógrafa de Miguel Ángel al obispo de Cesena; o las actas del proceso contra Galileo Galilei, entre otros.
2. Archivos monásticos-conventuales
Los archivos monásticos-conventuales están relacionados con las bibliotecas de los monasterios y los conventos, pero separados de estas por las distintas tipologías documentales. Estos archivos eclesiásticos son los grandes depósitos de la cultura medieval, puesto que albergan contenidos de gran valor histórico.
Una constante siempre ha sido la búsqueda de la soledad como forma de autoconocimiento personal a través de la penitencia del cuerpo y la soledad. Los llamados eremitas y anacoretas, los cualesvivían entregados a la oración y a la penitencia. El monacato siguió floreciendo con la aparición de nuevas órdenes, como la del Císter, cuya principal actividad era la copia de manuscritos. Existía una auténtica red de intercambio que permitía a las abadías obtener los textos que necesitaban para copiarlos. En las grandes bibliotecas cistercienses de Cîteaux, Claraval o Pontigny se encuentran biblias (textos de los padres fundadores de la Iglesia) de escritores de finales de la Edad Antigua o de principios de la Edad Media. Los monjes cistercienses desarrollaron una caligrafía redonda, regular y muy legible. Al principio, los manuscritos se decoraban con motivos florales, escenas de la vida cotidiana, del trabajo en el campo o con alegorías sobre el misterio divino. Hacia el año 1140 apareció un estilo más depurado caracterizado por grandes iniciales pintadas en claroscuro de un solo color. Los cistercienses desarrollaron a partir de entonces un estilo sobrio, aunque permaneció un cuidado por la estética. Por otra parte, eran muy exigentes en lo referente a la calidad de los soportes utilizados, como el pergamino. Con el desarrollo de la imprenta de tipografía móvil, los libros se hicieron omnipresentes dentro de las abadías, aumentando las colecciones de obras.
En los archivos monásticos-conventuales destacan los libros becerro, donde los religiosos anotaban los privilegios que les habían sido concedidos por papas, reyes, nobles, etc. En España, son de especial relevancia los documentos que se conservan en algunos monasterios del norte.
3. Archivos catedralicios
Los archivos catedralicios o capitulares custodian la documentación producida o recibida por los cabildos catedralicios en el desarrollo de sus competencias litúrgicas y de culto.
Su origen está en los clérigos que, desde el siglo IV, hacían una vida colectiva dedicada a la liturgia y a las necesidades de la catedral. El Cuarto Concilio de Toledo habla de ellos por primera vez. En la Edad Media surgieron nuevas corrientes que encontraron seguidores en determinados grupos de clérigos, y pronto los cabildos se convirtieron en instituciones necesarias dentro de la Iglesia. Durante el siglo X, el cabildo, como institución, terminó consolidándose y adquiriendo un gran prestigio.
Algunos de estos archivos custodian grandes colecciones de sellos y monedas. Estos son un testimonio más de la historia de la civilización y algunas catedrales poseen un rico patrimonio numismático.
4. Archivos diocesanos
Los archivos diocesanos o episcopales recogen la documentación que se ha ido recopilando proveniente de las distintas parroquias que conforman cada diócesis, sobre todo de los períodos iniciales cuyo estado de conservación era más urgente.
Su datación es del siglo XVI, aproximadamente, y está ligada a las cláusulas emanadas del Concilio de Trento, en las cuales se disponía la observancia de residencia obispal obligatoria. Debido a ello, hasta este momento, la documentación diocesana se ubicaba junto al fondo catedralicio como consecuencia de que el obispo formase parte del cabildo y también debido a la inexistencia de archivos diocesanos. Este hecho originó grandes pérdidas documentales que jamás pudieron ser subsanadas. En los años posteriores, se aplicaron las pautas tridentinas y los archivos episcopales fueron afianzándose en el tiempo.
En el primer cuarto del siglo XVIII, tuvo lugar un hecho de gran importancia en la archivística episcopal, la Constitución Máxima Vigilantia, la cual se originó con el objetivo de organizar los archivos de la Iglesia a escala universal y sus disposiciones estaban dirigidas a los archivos diocesanos. El capítulo VI de dicha Constitución recogía las principales disposiciones en materia archivística: creación de inventarios y catálogos, consolidación del carácter privado de la documentación diocesana, constitución del archivo secreto y formación específica de los archiveros diocesanos.
El archivo histórico diocesano no fue introducido hasta abril de 1980. Y a día de hoy, varias diócesis en España están intentando conseguir un sistema archivístico diocesano, que es el objetivo de los archiveros eclesiásticos. A pesar de su tardío nacimiento y consolidación, los archivos episcopales han destacado por su volumen y riqueza documental como unos de los más relevantes dentro del panorama archivístico de la Iglesia católica.
5. Archivos parroquiales
El archivo parroquial es la unidad básica del sistema de archivos de la Iglesia católica. Su objetivo es conservar los documentos que las parroquias producen o reciben en el desarrollo de su ministerio, así como los relacionados con la administración de sus bienes.
Su creación oficial se debe, institucionalmente, por disposición del Concilio de Trento. Se instauró la obligación de archivar la documentación eclesiástica en archivos. Se estipuló como un mandato el registro de las actas sacramentales de los bautismos, los matrimonios y las defunciones y posteriormente también de la administración del sacramento de la confirmación. Toda esta documentación, generada durante siglos, es la base fundamental del patrimonio eclesiástico de cada parroquia. Los párrocos y vicarios fueron los encargados de estas tareas. En España, Felipe II fue el encargado de imponer estas cuestiones, por decreto del 12 de julio de 1564.
6. Archivos de beneficencia
Son los archivos de las instituciones dedicadas a las labores de caridad y beneficencia: como asilos, hospitales, hogares, orfanatos, etc.
En la Edad Media la asistencia al pobre se entendía como un sentimiento religioso y no como una obligación. En el siglo XIV hubo un cambio de mentalidad debido a la aparición de nuevos imperativos económicos y sociales. En ese momento se tachaba a la pobreza de delito. Se produjeron epidemias de peste negra y por consecuencia proliferó la aparición de vagabundos, niños expósitos, etc. Debido a ello, en los siglos XV y XVII en España, hubo un gran número de centros asistenciales gestionados por la Iglesia católica. Ya en el siglo XVII, el Estado asumió la beneficencia como parte de sus competencias debido a la Ley General de Beneficencia de 1822. En 1850, el Código Penal de 1850 reprimió la mendicidad.
En la actualidad, la Iglesia católica juega un papel importante en este tema. Trabaja y colabora con numeroso frentes sociales para ayudar a los más necesitados (comedores sociales, asilos, etc.).
7. Archivos de órdenes religiosas de vida activa
Los archivos de órdenes religiosas de vida activa albergan la documentación de aquellas instituciones que surgen en los tiempos modernos, después de la Reforma Protestante y el Concilio de Trento. Están muy ligados a la educación y a la beneficencia.
Entre estas instituciones podemos situar a Jesuitas, Capuchinos, Escolapios, Salesianos, Maristas etc. Todas ellas responden a una mentalidad renovadora dentro de la Iglesia. Los religiosos mantienen vida en común, pero en la gran mayoría de los casos suprimen el coro, dedicando su tiempo a la vida apostólica o pastoral. Este nuevo género de vida religiosa ha dado lugar a una producción documental cuya cronología es más cercana a fechas actuales.
8. Archivos de seminarios
Los seminarios, instaurados a partir del Concilio de Trento, son los centros de formación para el clero. En sus archivos se conserva documentación referida a estatutos y constituciones, expedientes personales, becas, patrimonio, actas académicas, etc.
Los seminarios tomaron una forma definitiva durante el Concilio de Trento, en el cual se decretó la creación y la obligatoriedad de los seminarios sacerdotales en las diócesis. Se determinó entonces la edad mínima de los jóvenes candidatos, las materias de estudio y la tutoría del obispo. El Concilio de Trento reguló de manera definitiva sobre el celibato sacerdotal y lo decretó como requisito indispensable para el candidato al sacerdocio. San Carlos Borromeo, el arzobispo de Milán, fue de los primeros en crear seminarios después de Trento.
Los archivos eclesiásticos a día de hoy
Los contenidos que se encuentran en los archivos eclesiásticos son de gran utilidad para la realización de trabajos de investigación, tesinas, tesis, etc. Albergan una documentación de suma importancia para la historia del arte; son de singular interés para el estudio de la beneficencia; y son de gran utilidad para el estudio de la cultura y de la educación, dado que durante parte de su historia han desempeñado estas tareas (los archivos de conventos y monasterios fueron durante muchos siglos depósito activo de la cultura).
En definitiva, los archivos eclesiásticos son conservadores de una importante parte de la cultura de todos los tiempos y remarcan la necesidad inminente de que en todos ellos se lleven a cabo tareas de gestión integral de la documentación; de clasificación; de tratamiento; y de acceso y difusión, para evitar la lapidación de la historia eclesiástica.
Silvia Santos Collado
Consultora en Marketing y Comunicación Digital en Archivos/ECM
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